La ideología de género: Un ataque a la familia y al evangelio

Por David Balbuena (*)

¿Qué es la Ideología De Género (IDG)?
Considero que es una teoría antibíblica y anticientífica, ya que desnaturaliza la condición sexual humana y pisotea la imagen de Dios en el hombre y la mujer, proponiendo una falsa construcción con base social y cultural. Además, precisa de armas hegemónicas para imponerse, pero trae consecuencias nefastas. 
La ideología es justamente “un cuerpo doctrinal cerrado, con pretensiones de dar una explicación de toda la realidad y, por ende, de brindar pautas universales de comportamiento” (P.30).  Ellas parten de premisas, en su mayoría falsas, las cuales pretenden ser el modelo de sociedad a conquistar.
Pero nuestro cuestionamiento a la IDG es que menoscaba y desprecia la verdad bíblica y científica. Por ende, los ideólogos proponen la desconstrucción del ser humano, en tanto y en cuento su naturaleza sexuada le indica que es hombre o mujer desde su ADN, hasta sus cualidades biológicas, fisiológicas, anatómicas y neurológicas. 
La idea popular respecto al género es que los individuos no están determinados por su genética, sino por lo que una persona siente o como se auto percibe, según explica el pastor y doctor Miguel Núñez en el libro Revolución Sexual.  De hecho, la feminista Judith Butler en Género en Disputa,  se opone férreamente a la “biología del destino” (P.57) anunciando que el género se construye culturalmente. Es decir, dichos presupuestos parten de una invención teórica que rechaza la evidencia científica y se opone a la Escritura (Ro 1:26-27).

¿Qué dice la Biblia?
La Biblia no da lugar a ambivalencias, ni es negacionista de la realidad científica: “Dios creó al hombre a imagen Suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Gn 1:27). Ambos son portadores de su imagen divina y desde su naturaleza cromosómica hasta su estructura antropológica y neuronal pronuncian que se es hombre o mujer.
Los cristianos suscribimos y respondemos a la verdad revelada en la palabra, más allá de los postulados erráticos de la feminista Simone de Beauvoir, quien en el libro Segundo Sexo  sentenció: “No se nace mujer: llega una a serlo. Ningún destino biológico, psíquico o económico define la figura que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana” (P.207). Para la feminista, no hay nada en la naturaleza femenina que condicione a una persona a ser mujer porque somos el resultado del constructo cultural. 
La IDG es profundamente destructiva a la familia; no solo la base fundacional de sociedades prosperas, también diseñada por el Señor para el fortalecimiento de sus miembros. En su sabiduría, Dios creó el matrimonio para ser el espacio de crecimiento y madurez de los hijos, pero la ideología apunta principalmente a los niños, objetos del totalitarismo y reingeniería social. Tenemos que estar atentos porque la Educación Sexual Integral que nos venden está filtrada desde una única perspectiva, es decir, de género.
Al arremeter contra la familia, reconocemos de manera consecuente y principal un ataque al evangelio, ya que el matrimonio ha sido dado como una figura de la relación entre Cristo y su amada iglesia. Pablo habla de este misterio revelado (Ef 5:32), que en términos teológicos es expuesto como la unión con Cristo. Como cristianos, identificamos que el diablo está obrando para eliminar y hacer invisible el concepto de matrimonio bíblico y así opacar la luz del evangelio para que los incrédulos “no vean el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo, que es la imagen de Dios” (2 Cor 4:4).

¿Qué hacemos?
Toda convicción bíblica debería llevarnos a una sincera preocupación. En hechos 2:37, luego de que el pueblo escuchara el evangelio, se preguntaron: “¿qué haremos?”. Reciclamos la pregunta frente a un tema que tiene enormes ramificaciones a nivel personal, familiar, eclesial, social y cultura. ¿Qué haremos?
Salomón aconseja: “Compra la verdad y no la vendas, adquiere sabiduría, instrucción e inteligencia” (Pr. 23:23). El avance de postulados contrarios a la fe, abren nuestros ojos respecto a que estamos en una batalla por la verdad, y debemos cimentarnos en ella. 
No podemos quedarnos callados, pues Pedro exhorta: “estando siempre preparados para presentar defensa ante todo el que les demande razón de la esperanza que hay en ustedes” (1 Ped 3:15). Esto implica un esfuerzo intelectual, sabiendo que la defensa de la fe (apologética) es el recurso imprescindible para convencer a las almas que dudan y no desean recibir el evangelio de nuestro bendito Dios. ¡Amemos y defendamos la verdad frente al ataque al evangelio!
Sin embargo, los grandes avances de ideologías totalitaristas dan cuenta del silencio de muchos creyentes que empiezan a advertir las consecuencias nefastas. En mi entender, hemos cedido el terreno cultural, despreocupándonos por los eventos coyunturales y obedeciendo una errática dicotomía entre “lo espiritual y lo secular”. Es hora de despertar. Es hora de promover la cultura del reino de Dios en todos los estratos posibles como la sal y la luz de la tierra.

(*) David Balbuena es Comunicador social