El Caso Lucio Dupuy, el odio de “género” y el porqué de la invisibilización del caso

El caso de Lucio Dupuy despertó un descontento generalizado, más allá del aberrante hecho, por la poca trascendencia que se le quiso dar desde algunos sectores, especialmente medios de comunicación. El abogado Damián Torres –quien haya llevado adelante la defensa del Dr. Rodríguez Lastra cuando fue imputado por impedir practicar un aborto- se expide en este escrito dejando claro la animosidad por parte de ciertos espacios, de invisibilizar este caso.

Columnistas 30/01/2023 Diario PC Diario PC
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A fines del 2022 se produjo el juicio (a puertas cerradas por encontrarnos con una víctima menor de edad) a Magdalena Espósito Valenti (madre del niño) y su pareja Abigail Páez, por el crimen de Lucio Dupuy, un nene de tan solo 5 años que murió por golpes propinados por las dos mujeres, las cuales se encuentran imputadas a la espera del veredicto. Ambas enfrentan una posible condena que, por la calificación que tiene, no puede ser otra que una pena perpetua. La defensa planteó en su hipótesis que los golpes eran para castigarlo, no para matarlo, queriendo dejar en claro que no hubo dolo homicida y así bajar la eventual sanción.

Ahora bien, ¿por qué hay bastante invisibilizacion del caso en ciertos sectores y por qué poco se habla sobre la calificación del odio de género, que forma parte de una de las imputaciones a estas dos mujeres?

Para hacer una síntesis histórica de lo sucedido, es necesario conocer que Lucio vivía con sus tíos desde junio del 2019, a través de una guarda provisoria que los propios padres habían consentido, ya que el padre vivía lejos por cuestiones laborales y su madre no podía ir a General Pico por no tener una economía que así lo permita. Esto fue parte de un acuerdo luego homologado en la justicia.

En el 2020 Magdalena, su madre imputada, procede a reclamar la tenencia de Lucio basada en que había formado una pareja estable con una mujer y que había iniciado un proceso de venta de tortas, que había alquilado un departamento y podía recibir a su hijo.

Luego de varias circunstancias, que incluyeron denuncia de la madre por impedimento de contacto a los tíos de Lucio y demás, se terminó entregando la tenencia a la misma, sin la realización de ningún informe previo ni estudio por parte del Juzgado interviniente que corroborase que tal proceder era conveniente para el niño. Sobre todo, quedó al descubierto la inacción de la defensa de menores, encargada de velar por los derechos del niño, al dictaminar favorablemente de manera escueta e infundada.

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Y aquí el punto. Es que hoy, el interés de mostrar por parte de algunos funcionarios judiciales una actuación con “perspectiva de género”, llevó a que sea mucho más importante visibilizar que una pareja del mismo sexo podía mantener la tenencia de un niño, más que pensar si ese niño estaría bien en ese lugar. El género terminó por encima de lo razonable, de lo lógico y de los hechos.

Incluso cuando el niño ingresó al hospital con golpes y fracturas hubo inacción por parte del personal médico interviniente. Nadie hizo nada, no hubo denuncias, y esto seguramente porque eran dos mujeres. Es imposible pensar que ninguno de los que atendió a Lucio no se haya dado cuenta que a ese niño le pasaba algo.

La visión de actuar con “perspectiva de género” llevó a sesgar lo que era mejor para el niño, estudiar si dicha opción era viable para su integridad física y emocional y, los temores o la reticencia de actuar contra dos mujeres hizo que nadie denuncie esta situación, sumado a que cada vez que el padre solicitó tener el cuidado personal del niño, esto ni siquiera fue analizado. ¿Imaginan lo que hubiese sido si después del ingreso con fracturas al hospital, se hubiera quitado la tenencia del mismo y se la hubieran dado al padre? Se habría dicho “justicia patriarcal”, “que se lo quitan por ser dos mujeres”, cuando en realidad, esto hubiera sido lo lógico por los hechos que vivía Lucio y no por el género de quienes eran a quien se lo sacaban.

Pero vamos más allá. Lucio tenía lesiones en los genitales, lo que llevó a la fiscalía a indicar que hubo odio de género, por ser varón y que muchos de los golpes están dados por esa condición. De esto también se habla poco, porque es sostener que la violencia no tiene “géneros”, cuestión que incomoda.

En definitiva, no todo se puede generalizar. Hay padres y padres. Hay padres que no pueden tener a su hijo y otros que sí. Hay madres que seguramente protegerán a su hijo, pero otras no. Y claramente este caso es un gran ejemplo que debe llevar a la justicia a la reflexión. Una cosa es modificar patrones socioculturales arraigados de evitar todo tipo de violencia contra la mujer, cuestión que todos estamos de acuerdo. Otra es que eso invalide cualquier análisis fáctico, lógico, jurídico.

Lucio Dupuy es una víctima de dos mujeres que lo asesinaron. Pero también fue víctima de un estado pasivo que necesita reflexionar y encontrar equilibrio para que no vuelva a ocurrir un caso como este. La ley Lucio, al menos, es un inicio para ello.  

Damián Torres es abogado penalista

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