Del Diario de Ana Frank, publicado por primera vez en Holanda en 1947

Dos años y treinta días después, traicionados por informadores holandeses, fueron detenidos por la Gestapo y enviados a Auschwitz. De allí Ana y su hermana fueron trasladadas a Bergen-Belsen, donde ambas murieron de tifus. Sólo sobrevivió Otto Frank. Cuando éste regresó a Holanda después de la guerra, la mujer que los había ayudado cuando estaban escondidos, le entregó los papeles y cuaderno de Ana, donde revelaba su humanidad desgarradora frente al miedo, a las intolerables condiciones de vida. Su diario se ha traducido a más de treinta lenguas.
A continuación, se muestra un extracto del 15 de julio de 1944, un mes antes de ser descubiertos.
Sábado, 15 de julio de 1944:
"En lo más profundo, la juventud es más solitaria que la vejez". Leí esto en algún libro y siempre lo he recordado, y creo que es verdad. La gente mayor tiene opiniones formadas sobre todo, y no vacilan en actuar. Es doblemente duro para nosotros los jóvenes argumentar nuestros motivos y mantener nuestras opiniones en una época en la que todos los ideales han sido destruidos, en la que la gente está mostrando su peor lado y no sabe si creer en la verdad, en lo justo y en Dios.
Todo el que dice que los mayores cuentan con más dificultades en estos momentos, en realidad, no se da cuenta que nos hace cargar con sus problemas, problemas para los cuales todavía somos demasiado jóvenes, pero a los nos empujan sin querer, y cuando pensamos que tenemos una solución. Pero la solución no parece capaz de resistir los hechos que la reducen a nada de nuevo.
Esta es la dificultad de este momento: ideales, sueños y esperanzas que crecen dentro de nosotros sólo para toparse con la horrible verdad y ser destruidos.
Es increíble que no haya perdido todos mis ideales, porque parece que es totalmente absurdo e imposible mantenerlos. Pero los mantengo porque a pesar de todo todavía creo que la gente en el fondo es buena. Simplemente no puedo construir mis esperanzas sobre la base de la confusión, la miseria y la muerte. Veo que el mundo se va transformando en un desierto. Oigo los truenos cada vez más cerca, que también nos destruirán a nosotros, puedo sentir el sufrimiento de millones y todavía, si miro al cielo, pienso que llegará la justicia, que esta crueldad acabará y que la paz y la tranquilidad volverán.
Mientras tanto, debo mantener mis ideales, para la época que vendrá, cuando sea capaz de elevarlos.
Tuya, Ana
Evocación del profesor e historiador Jaime Veas Oyarzo