Reconstruyendo Argentina

Por Ana Valoy

"La reconstrucción de Argentina, ha comenzado", fue la frase con la que abrió su discurso Javier Milei al resultar electo Presidente de la República. Pensar que la responsabilidad del cambio de todo un país recae sobre una sola persona, es un error. Cuando Dios habla a su pueblo sobre las bendiciones y maldiciones a causa de la obediencia o la desobediencia, siempre lo hace con toda la nación. 

El principio cooperativo debe ser una guía para los próximos meses; es decir, entender la responsabilidad que tenemos cada uno de nosotros en la reconstrucción de Argentina. 

"Reconstruirán las ruinas antiguas,
reforzarán los cimientos antiguos,
y los llamarán: Reparadores de muros caídos,
Reconstructores de casas en ruinas". 
Isaías 58:12

Procesos, no sucesos

La victoria de Javier Milei es una luz de esperanza para millones de argentinos; y si bien sabemos que Dios usa personas para cumplir sus planes, nuestra esperanza debe estar puesta en Jesús, no en un hombre o en un partido. Porque todos los hombres fallan, pero Dios no.

El rol de la iglesia ahora es orar por él, por su equipo, por las decisiones. Debemos rodearlo de consejeros cristianos, rodearlo de voces proféticas que tapen las demás voces satánicas que han estado conduciendo la política todos estos años.
 
Los cambios, generalmente, suelen ser dolorosos. En la vida y en la política aún más. Inicia ahora un proceso de transición que generará inevitablemente conflictos, por las decisiones que se tomarán, por eso los líderes debemos guiar al pueblo a la mesura, la paz, la cordura, la persistencia (incluso resistencia) en medio de la crisis, esperar y afrontar los meses duros sin desesperar, ni perder la calma. 

Reconstrucción

Cuando algo se ha roto debe ser reconstruido. En Argentina se ha roto la convivencia, las normas éticas, morales, el valor de la palabra, el orden, la hermandad… y tantas otras esferas de la vida pública, a causa de haberle dado la espalda a Dios. 

Reconstruir es levantar nuevamente muros; un fuerte despertar espiritual debe acompañar el proceso de cambio para reconstruir la moral, la ciudadanía, la economía, el trabajo, el esfuerzo, el amor a la tierra, el respeto y todo lo que hemos perdido como país. 

Los Ministros de Cristo, tenemos una responsabilidad, porque Dios nos constituyó como tales. Seamos prudentes. Muchos nos miran e imitan. Seamos ejemplo de unidad, no de hostilidad, fatalismo, abandonemos las discusiones estériles que nos separaron, cerremos la brecha. Se nos ha encargado el Ministerio de la Reconciliación. 

Libertad es responsabilidad

El pueblo de Israel clamó a Dios por el sufrimiento en Egipto y Dios les envió un libertador; pero luego de ser sacados de Egipto, no entraron directamente a la tierra prometida, sino que atravesaron un desierto donde fueron tratados por Dios porque no podían entrar a la tierra prometida con mente de esclavos. No todos los que salieron de Egipto entraron en la tierra prometida, de hecho, muy pocos. 

Recuperar la libertad conlleva una responsabilidad. Cada milagro trae una responsabilidad. ¿Recuerdan al paralítico que les pidió limosna a Pedro y Juan en la entrada del Templo? Dios mostró su poder y experimentó un milagro de sanidad inmediato. Pero lo que la Biblia no nos cuenta es que, al otro día, el hombre no podía volver a sentarse a mendigar; ya estaba sano y fuerte, tenía que salir a trabajar para proveer a su familia. 

La restauración será primero espiritual, luego política

No al revés. Porque cada vez que Dios intervino y cambió el destino de una nación, fue a causa de un quebranto y arrepentimiento corporativo. Por eso la responsabilidad es de la Iglesia. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Romanos 8.20-21.

"Quita primero la viga de tu ojo"

Para que la Iglesia tenga autoridad espiritual para reclamar a los gobernantes que no sean corruptos, debe primero abandonar su propia corrupción; antes de reclamar contra la perversión sexual, debe purificarse de ella; para pedir justicia, debe estar en justicia; para pedir honestidad, debe ser íntegra, libre de toda ambición de poder y dinero. De lo contrario, es imposible experimentar un cambio rotundo en la nación. 

Trump, Bolsonaro, Milei

Estamos ante una oportunidad. En respuesta a las oraciones de sus hijos, Dios envía personas que son bisagra para transiciones claves. Fenómenos similares vivieron los Estados Unidos y Brasil con el surgimiento de líderes outsiders, disruptivos y con estilos poco o nada ortodoxos. Amados por muchos, resistidos también por muchos. 

Hoy, habiendo terminado ambas administraciones, debemos aprender de sus virtudes y errores. Ambos Presidentes se enfrentaron a temas que eran controversiales y tuvieron un masivo apoyo de cristianos en sus países; pero ese destello mesiánico les impidió tomar la postura moderada de dar apoyo pero a su vez marcar los errores. Aún los líderes puestos por Dios necesitan contrapesos, guía y corrección. Que la alegría y la euforia no nos enceguezca y apague la voz profética. La iglesia es columna y baluarte de la verdad. 

Que el Señor nos libre de caer en los fanatismos que enceguecen; que el Señor nos libre de idolatrar gobernadores, dirigentes o presidentes. El enemigo no es el otro partido, es Satanás el diablo. Amados, hay un solo Rey que es Dios Padre, Soberano de los Reyes de la Tierra. Hay un solo León que es el León de Judá, la raíz de David, El que es, El que era y El que ha de venir: Jesucristo. Porque suyo es el Reino, el poder, el honor y la gloria. Amén. 

17 Haré que la paz te gobierne y que la justicia te rija.
18 Ya no se sabrá de violencia en tu tierra ni de ruina y destrucción en tus fronteras,
sino que llamarás a tus muros “Salvación”, y a tus puertas, “Alabanza”.
19 Ya no será el sol tu luz durante el día ni con su resplandor te alumbrará la luna,
porque el Señor será tu luz eterna; tu Dios será tu gloria.
20 Tu sol no volverá a ponerse ni menguará tu luna;
será el Señor tu luz eterna y llegarán a su fin tus días de duelo.
21 Entonces todo tu pueblo será justo y poseerá la tierra para siempre.
Serán el renuevo plantado por mí mismo, la obra maestra que me glorificará.
22 El más débil se multiplicará por miles, y el menor llegará a ser una nación poderosa.
Yo soy el Señor; cuando llegue el momento, actuaré sin demora.
Isaías 60: 17-22