Enajenados por el juramento

La asunción de Jaime Perczyc como Ministro de Educación de la Nación Argentina ha dado que hablar e hizo que por un día la palabra Biblia fuera trending topic.

Columnistas 22/09/2021 Escritores invitados Escritores invitados
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Por Lizzie Sotola (*)

La asunción de Jaime Perczyc como Ministro de Educación de la Nación Argentina ha dado que hablar e hizo que por un día la palabra Biblia fuera trending topic. La escena es espasmódica, irreverente y denota una pésima educación moral. Lo que agrava la situación es que esa persona sea de ahora en más un funcionario público, que además estará a cargo de la cartera de Educación de un país. Es de esas imágenes que te revuelven las tripas, te enajenan y te llenan de bronca si te dejás llevar por lo que ves y no lo contextualizás con la Palabra de Dios. Esa misma que está siendo desechada de manera abrupta e indolente.
La cuestión es que la misma Biblia refleja que las personas de fe en Jesucristo no debemos jurar, y por añadidura tampoco fomentar el juramento. Por eso encuentro una gran contradicción el salir a pegar a quienes de manera sincera muestran que son contrarios a Dios, anatemas, agresivos, blasfemos y violentos. Sinceramente, no me ofende. Me alegra que se quiten las máscaras y que podamos saber quién es quién.
El fariseísmo es tan grande que algunos enajenados por el juramento se ven ofendidos por esa actitud de desprecio hacia un ejemplar de la Biblia, pero jamás se expresaron en lo que sí significa el acto de jura de un funcionario público o simplemente cuando todos los 20 de junio nuestros hijos juramentan a la bandera nacional. Sin ofender… o, mejor dicho, sin tener miedo a ofender digo, esto es una hipocresía. Porque si hay algo que las personas de fe cristianas deberían repudiar es el juramento. 
Jesús dijo en Mateo 5:33-37 “También han oído que se dijo a sus antepasados: ‘No faltes a tu juramento, sino cumple con tus promesas al Señor’. Tampoco jures por tu cabeza, porque no puedes hacer que ni uno solo de tus cabellos se vuelva blanco o negro. Cuando ustedes digan’“sí’, que sea realmente sí; y, cuando digan’“no’, que sea no. Cualquier cosa de más, proviene del maligno. Pero yo les digo: No juren de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey”. (NVI).
Hay un lineamiento claro y clave en las palabras de Jesús: “NO JURES”, y punto. ¿Se ve cuán descabellado suena que por defenderse de un enemigo que asecha se pierda la cordura y se salga a defender algo “ofensivo” dentro de algo que mayormente ofende a Dios? Naturalizamos tanto el juramento (el hipocrático, el gubernamental, el de la bandera, etc.) que perdemos el norte y salimos como desquiciados a defender la Biblia porque la ofendieron. ¿Quién soy yo para defender la Biblia? ¿No es acaso la Palabra de Dios? ¿No es la Biblia la que tiene la autoridad mayor que el hombre? ¿No es la misma Biblia la que no pasará jamás mientras todo lo demás pasa, se desgasta, se pierde…?
Quiero volver a la figura de Jesús. Ese mismo que dijo “no jures” fue el que fue presentado ante las autoridades de la época en que vivió para ser crucificado. Siendo inocente no se defendió. Le hicieron una carpeta de causas falsas, lo llevaron a juicio y no se defendió. Estaban lacerando el cuerpo, y él no se defendió… ¿por qué hoy deberíamos defender con críticas y comunicados cuando el propio Jesús no se defendió? La Biblia, la Palabra de Dios, tiene suficiente autoridad y poder para defenderse. No necesita de ínfimos mortales. Nos pide que la difundamos, que la pregonemos, que la vivamos y prediquemos. La gran comisión de Jesús no fue “vayan por todo el mundo y defiendan mi palabra”, sino que fue “vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio… hasta lo último de la tierra” (paráfrasis mía).
Me suena tan contradictorias, violentas y fuera de sentido común estas reacciones. Tan alejadas de la verdad bíblica que se pretende defender. Tan fuera de eje, tan fuera de foco, preocupados por aquello que pasará porque fue dicho en la misma Biblia. Tan distraídos con la realidad que vivimos que dejamos el objetivo principal de lado: la evangelización.
Insisto, salir enajenados a decirle a un incrédulo que lo que hizo ofende a quienes tenemos a la Biblia como la Palabra de Dios y guía de nuestras vidas, es fariseísmo. Terminamos siendo unos fanáticos acérrimos que no entendemos el mensaje de aquello que pretendemos defender. Parafraseando aquella frase popular que se señala a Francisco de Asís como su autor: “Que nuestros actos sean tan evidentes de nuestra fe, que sólo algunas veces debamos abrir la boca”. 

(*) Lizzie Sotola es periodista. Director de Noti-Prensa. Fue referente de prensa de ACIERA, Asociación Luis Palau y AEL (Alianza Evangélica Latina).

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