El cristianismo en tiempo de definiciones

Por Tomás Roggio

Soy cristiano desde mi juventud, conozco ese mundo en profundidad, con sus claros y oscuros, con sus aciertos y errores, con sus muchas ramificaciones y posturas. En este último tiempo donde nuestra nación entra en períodos convulsos, donde la crisis social y económica llega a un punto límite y tenemos delante de nosotros una elección con caminos muy distintos, me hace replantearme qué parte y responsabilidad nos toca en este momento, y qué parte de culpa tenemos como Iglesia de la situación actual del país. En la actualidad los cristianos practicantes, sumando las dos denominaciones principales, somos un poco más de un tercio de la población, más que suficiente para doblar una elección. Entonces ¿cómo es que llegamos a esta situación? ¿O acaso dejamos nuestra fe y nuestras convicciones de lado a la hora de entrar al cuarto oscuro? Tristemente tengo que llegar a la conclusión de que algo de eso hay, o los que conforman nuestras comunidades no son cristianos reales o no se ha profundizado en los principios de nuestra fe, convirtiendo a la vivencia cristiana en una actividad social de fin de semana, en vez de una forma de vida que atraviesa todo lo que hacemos en lo cotidiano. En este último caso la responsabilidad mayor caería sobre las cúpulas que no han sabido instruir y guiar a sus feligreses o quizá ni ellos mismos viven la fe de forma genuina.

Me pasé los últimos años estudiando los motivos de la pobreza en la Argentina, luego de un mal momento económico personal, me ocupé de entender por qué nuestro país está en la situación en la que se encuentra, siendo que todos nuestros vecinos tienen indicadores mucho mejores que los nuestros. El entender más sobre economía me ayudó a entender en la trampa que muchos creyentes caen, dando su aval en forma de voto a expresiones que parecen nobles o buenas, pero sus principios son no sólo contrarios a la creación de riqueza sino también del cristianismo mismo. 

Mi principal indignación en estos días es para con los llamados "curas villeros", los cuales se expresaron abiertamente a favor de Massa en estas elecciones. Los mismos reciben en las villas dádivas de los punteros peronistas que manejan a la gente sacándoles toda dignidad y perpetuándolos en una situación de pobreza, lo mismo que con el caso de Pablo Escobar en Colombia, que construía hospitales y plazas en los lugares carenciados obteniendo la pleitesía de la gente y dejándolos completamente cooptados a su voluntad. Estos sacerdotes, que en algunos casos con buenas intenciones reciben dinero para "ayudar", no se dan cuenta de que no sólo forman parte de un sistema que hace una simulación de ayuda a los pobres, mientras que al mismo tiempo los multiplica, sino que también violenta las enseñanzas cristianas al hacer uso de un dinero sucio, siendo el método de obtenciónuna forma de robo indirecto. Deuteronomio 23:18 nos advierte de esto. Estos dirigentes se vendieron como el siervo de Eliseo a las riquezas de Naamán, desconociendo la potencia liberadora de la fe o negando la eficacia de la misma.

Por otro lado, sí tengo que reconocer a aquellos que usando el poder del Evangelio y sus enseñanzas sacan a la gente de la pobreza económica y espiritual. Sintonizando un canal de noticias donde entrevistaban a un dirigente barrial de mucho peso, él reconocía: "hoy nuestra competencia en las villas es con las iglesias evangélicas que nos sacan a la gente...". Estas personas que reciben la libertad dejan de ser arriadas a manifestaciones donde eran usadas como fuerza de choque para recibir una paga y una bolsa de comida, recuperan la dignidad y el valor del trabajo, valores que la palabra enseña bien claro.

Para concluir con esta carta abierta, ¿cómo puede ser que alguien que se diga cristiano apoye a un gobierno que tiene valores contrarios al cristianismo? ¿Cómo puede ser que luego de la ley de aborto promocionada y legalizada con este partido haya gente que los vote y se diga cristianos? ¿Son verdaderos cristianos? Mejor les sería ser fríos, porque ahora sólo son una vergüenza para el Evangelio.
 
Hablar de política siempre fue tabú dentro de la Iglesia, y siempre traté de ser cuidadoso, pero dados los tiempos que corren, concluyo con las palabras de Dante Alighieri: "El más oscuro rincón del infierno está reservado para aquellos que conservan su neutralidad en tiempos de crisis moral".